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domingo, 29 de agosto de 2010

Increíble y asqueroso... pero cierto.

Basándome en el título de un libro llamado "Increíble pero cierto" he decidido escribir algo sobre esto, con la pequeña diferencia del cambio de título adaptado al contenido de lo que voy a tratar.
Os preguntaréis por qué he decidido titularlo así, pues bien, seré breve y concisa: "Porque lo que voy a tratar es tan asqueroso como imaginarte a Falete corriendo una maratón y tan increíble como ver a la bruja Lola peinada". Me supongo que con esta aclaración ya hayáis conseguido haceros una idea, pues a ello voy.
Como aún no tengo la ventaja de poder conducir, siempre que viajo es de copiloto en el coche, así que imagino que al no tener nada más que hacer a parte de escuchar los cassettes de coplas de mi padre, miro por la ventana y me fijo en los detalles de ahí fuera.
Algo de lo que más me llama la atención es que, las personas que superan los 65 años (aunque no todas, claro), nunca miran al cruzar la calle... es cierto que los coches debieran parar pero, ¿y si un día no paran? pues se cumpliría mi dicho particular de "éramos pocos y murió la abuela" (hoy tengo el día de cambiar las cosas).
Pero más que nada a lo que quería yo referirme hoy es a esa situación tan desagradable que sufrimos todos alguna vez en la vida. Vas tranquilamente en el coche y derrepente el semáforo cambia a rojo, un coche se para junto al tuyo y como tenemos esa naturaleza tan cotilla de comprobar y analizar en profundidad al que va en el coche éste pues, te llevas la sorpresa de encontrártele hurgándose la nariz con ansia mientras temes que en cualquier momento le salga el dedo por el ojo, sin faltar el momento, claro, en el que esa persona también te mira sin inmutarse y sigue en su faena... ¿no se dará cuenta de que es realmente asqueroso?... en cierto modo nos está bien empleado por cotillas.

Estos momentos de inspiración para escribir me vienen en el momento más indicado, si no es por la noche, es cuando debería estar estudiando... así que dejo esto y ahí os quedáis.

Sara Maceira Gutiérrez.
ARG.

viernes, 27 de agosto de 2010

El verano y los mosquitos.

El verano… esa estación del año en la que sudas como un cerdo, llueve a la vez que hace calor (lo que te impide taparte a gusto de la lluvia), en la que vuelven los mosquitos cual turrón por navidad… pero el verano también tiene cosas buenas, te trae alegrías como por ejemplo las vacaciones, el buen tiempo para ir a la playa, las ensaladitas frescas, los paseos por la noche… los guiris rojos como cangrejos luciendo sandalias con calcetines (puede que a esto último no le veáis la parte positiva, pero creedme que la tiene. ¿Tú cuando ves esto no te ríes y te alegras aunque sea un poquito? Pues eso).
Volviendo al tema de los mosquitos, que es de lo que quería yo hablar. Creo que a esto no le puedo buscar aspectos positivos… los mosquitos, esos insectos tan pequeños, tan oportunos, tan raros… tan, tan, tan… sí, tan toca huevos. No quería entrar en insultos a las criaturas pero no lo puedo pasar por alto.
Imaginemos esta situación: “Llegas a las 10 de la noche de un duro día, pues has estado en la playa y con lo que cansa eso… te metes en la ducha, cenas y ahora que ya estas a gusto, te vas a ver la tele y después te metes en la cama. Al principio cuesta pillar postura, cuando lo consigues y empiezas a atontarte… bzzzz… pasas de ello pero a los 30 segundos vuelves a oír bzzzz, te tapas la cabeza con la sábana pero 1.hace calor y 2.te ahogas al cabo de 2 minutos, te destapas… bzzzzzzz, de repente para el sonido y lo primero que haces es espantar cerca de tu cara porque crees que el maldito bicho está intentando picarte… al final consigues dormirte y solo pueden pasar dos cosas: que te duermas, no vuelvas a tener noticias de la criatura pero a la mañana siguiente te levantes con un picotazo o que el mosquito dichoso te despierte a las 3 de la mañana, y así, sucesivamente, pero bueno, eso ya depende de si el mosquito es o no considerado.”
Una cosa curiosa de la que me he enterado es de que los mosquitos que pican son las hembras pero que el sonidillo este le hacen todos, es decir, que si por una casualidad, tienes la ventana abierta y se te cuela un mosquito macho, y por la noche te molesta… ¡ES POR VICIO! Será posible… entiendo que la hembra quiera buscar su comida, y ya de paso por molestar, te pasa por la oreja ¿no? Pero es que ya lo del macho es para tirarse de los pelos… aunque ahora que lo pienso ¿Cómo se distingue a un mosquito macho de uno hembra? ¿Le dejo que se me pose y su me pica era hembra sino era macho?... porque si tienen algo, llamémoslo más a la vista, si que hay que ver bien… claro que no tengo tiempo para pensar si el bicho es bicho o bicha (sí, sé que no existe ese palabro pero si una vez alguien habló de los miembros y las miembras del parlamento ¿por qué yo no? Así que no me lo pienso dos veces y le estampo contra la pared o le asesino sutilmente con un spray que cualquier día me mata a mí también.
No quiero extenderme más, últimamente tengo fijación por levantarme de la cama en plena noche a escribir y no quiero que se convierta en costumbre, además es verano, y claro, hay mosquitos… no seré yo quien les quite la ilusión de molestar a alguien esta noche, ahí os quedáis.

Sara Maceira Gutiérrez.
ARG.

domingo, 22 de agosto de 2010

Reflexiones sobre cuándo caminar a oscuras es un problema.

Todos sabemos el serio problema que supone andar a oscuras por cualquier sitio, debería estar prohibido, es una amenaza para la salud pública. Podemos encontrarnos diferentes situaciones y, obviamente, lugares donde encontrar un problema con la dichosa luz apagada.
Primeramente, ¿por qué hablar de esto?, no tengo ni la más mínima idea, hay quien habla de fútbol, de moda, de cine, de famosos… pues yo me he dicho: “ya que estamos, vamos a hablar de luces apagadas…” si total, después de ver la gran originalidad y calidad en el mundo, sin nombrar la capacidad, claro está, por ejemplo de los programas de TV, salvo excepciones, y la gran aceptación que tienen (nótese que la primera frase era totalmente irónica), ya me atrevo a escribir cualquier cosa. No nos subamos por la ramas, que el árbol es viejo y cascan, bueno, eso y que entre otras cosas son las dos de la mañana…
Bien, uno de los grandes problemas de andar a oscuras es, básicamente, que no ves. No tiene más vueltas, es decir, tu apagas la luz, y… no ves. Claro que tiene sus consecuencias eso de no ver, pero el efecto de una luz apagada es ese (luego está la excepción de quien se siente sobrenatural y finge que ve… después vienen las narices rotas y le echan la culpa a la pared… pobre, como si se moviese).
Uno de los principales efectos, llamémoslos secundarios de esta situación son los golpes con la maldita pata de la cama, es curioso, porque tienes un gran espacio para moverte que pertenece a todo lo que es debajo de la cama, y una pequeña parte ocupada por las patas, y sí, eres tan sumamente gafe de toparte con ella… cosas de la vida supongo, y espero, porque si realmente hay alguien que controla esas cosas, da que pensar de cómo puede existir una mente tan maléfica como para mandarte al desdedamiento (no sé si esa palabra sale por algún lado pero yo la pongo, si total nadie se va a enterar ¿no?).
No sólo este tipo de desgracias a oscuras ocurren en casa, qué va… siempre existe el maldito prado al que los vecinos llevan a pasear a los perros… que comerán gloria pero… resumiendo, que tú vas tan feliz paseando de noche, contemplando el bonito cielo despejado (no creo que seas tan masoca de r a pasear de noche cuando caen chuzos de punta ¿verdad?) y sus constelaciones, que sinceramente nunca he conseguido identificar… y plof, miras hacia abajo y te das cuenta que estás sobre una pastelada de perro… ¿qué haces, te cagas en el dueño, en el perro o te consuelas con la típica paranoia de que da suerte?.
El problema es que los zapatos caros (o bueno, la imitación tan parecida que te compraste en los chinos) tiene una pedazo de cagada en la suela, y ahí es cuando piensas “la he cagado”, mal pensado, fue el perro, pero caso aparte… vuelves a casa con el regalito ahí pegado y de paso vas dejando el rastro por toda la escalera, y cómo no, el olorcillo en el ascensor, eso no puede faltar…
Creo que podría seguir extendiéndome más sobre este apasionante tema pero, sinceramente, es viernes, y como dijo mi sabio ídolo Ángel Martín, “los viernes solo trabajan los gilipollas” así que, esto ya pasa de hobby. Ahí os quedáis.



Sara Maceira Gutiérrez.
ARG.