Cuando yo tenía seis años me levantaba a las 8 de la mañana para ver aquellos dibujos que tanto me gustaban, y me daba igual si un capítulo era repetido, si no había efectos especiales, si los personajes eran raros, o si era irreal… eran dibujos y a mí me encantaban, ¿qué importa el resto?.
Bueno, ¿qué ha sido de esos niños que se iban a la cama a las diez porque si no el coco les comía? O ¿qué me decís de cuando nuestras madres nos decían que comiésemos eso que estaba tan asqueroso y nos castigaban sin salir si no lo hacíamos o nos daban un azote en el culo?, ahora si una madre te advierte con algo así el niño la denuncia por amenaza, si le da un azote en el culo, por maltrato… y ahora ya no se levantan a las 8 de la mañana para ver los dibujos, ahora duermen hasta las dos del mediodía porque se acuestan a las doce de la noche viendo programas del corazón y bajo la amenaza de que Marujita Díaz va a venir con Dinio y Belén Esteban a inyectarle botox… ahora no se regalan las cosas simples de antes, tienen que ser Play Station de última generación, muñecas con los morros grandes que se dejan hacer cosas en el pelo y pintar las uñas… ahora a los once años se fuman porros, se salen los sábados (y los viernes, y los domingos…) hasta altas horas de la noche, se emborrachan y quién sabe lo que deriva de ahí… ahora no se leen comics, sólo el Hola!, el Diez Minutos, Cuore, etc… ahora se ponen piercings en cualquier parte del cuerpo y tatuajes cuando aún no se les han caído los dientes de leche… ahora todo ha cambiado, tengo dieciséis años y me diréis que no se de lo que hablo, que aún no he madurado, pero al contrario, lo veo mucho más de cerca… hace nada yo estaba en ese lugar y nunca pensé que todo cambiaría tanto, y tan rápido.
Sinceramente no sé qué sentir, qué pensar sobre ello… pero me da pena, vergüenza y rabia por no poder hacer nada, te planteas qué es lo que pasará cuando en un futuro tengas hijos y crezcan con todo eso alrededor, pero como dicen, la esperanza es lo último que se pierde, y a mí aún me queda un poquito pensando que todo volverá a la normalidad, en la que los niños tienen su infancia sin estar corrompida.
Sara Maceira Gutiérrez.
ARG.